A tres escalones del abismo

Escrito el martes, 24 de febrero de 2009 ·

De este partido, celebrado el 18 de marzo de 1984 y que enfrentaba en un ambiente de total dramatismo al Mallorca y al Valladolid (si el Mallorca no ganaba prácticamente estaba abocado al descenso a Segunda División), lo único bueno que tengo para recordar es mi buena suerte. Suerte de no haber caído al foso junto a las otras treinta personas que sí lo hicieron cuando, debido a la avalancha humana provocada por el gol del norirlandés Gerry Armstrong en el minuto 35 de la primera mitad, parte del muro que separaba las gradas del Gol Sur del Lluís Sitjar y el foso se vino abajo ante la imposibilidad de aguantar la presión. Yo me quedé apenas a tres escalones de caer al foso (en mi etapa juvenil me ubicaba en la zona más caliente de la grada, en el Gol Sur, aunque en aquél entonces no nos llamáramos ultras ni nada parecido).

Un foso que se había construído la temporada anterior para separar el público del terreno de juego y eliminar así las molestas vallas que existían anteriormente. El Presidente Contestí declaraba que no se había vendido ni una entrada de más (el campo, como ocurrió en todos los partidos de la temporada 83/84 presentaba un lleno total) y el directivo Riutort declaraba que la obra se había realizado correctamente y, si acaso, el derrumbe podría haber sido debido a las últimas lluvias.

El partido, foso a parte, tuvo también otras polémicas que hacen que se recuerde como uno de los mayores atracos sufridos por el Mallorca en el Lluís Sitjar. El árbitro, el castellano Sánchez Molina Soto, expulsó en la primera mitad al "Torito" Zuviría, aguerrido lateral mallorquinista, en la segunda mitad concedió el gol del empate visitante en una jugada precedida de un control con las manos del vallisoletano "Polilla" Da Silva y de un flagrante empujón al mallorquinista Estella para hacerse hueco para el disparo, a quien acabó expulsando por doble amonestación en esa misma jugada. Al terminar el partido, el entrenador mallorquinista, el francés Marcel Domingo (que se llevaba a los jugadores a correr al bosque del Castillo de Bellver y estos, cuando perdían de vista al entrenador, se dedicaban a ir andando), declaró, textualmente "el arbitraje español es una mierda". Recuerdo que el público, en los últimos minutos del partido, le coreaba al unísono al árbitro aquéllo de "aeropuerto, aeropuerto" como si fuéramos a perseguirle hasta allí o "a la salida del Sitjar te vamos a matar".

Como consecuencia de todos estos hechos el Lluís Sitjar fue clausurado por un partido (el lanzamiento de objetos al árbitro y a los jueces de línea fue constante). Y, como es sabido por todos, el Mallorca acabó esa temporada con sus huesos en Segunda División.

2 comentarios:

Gontxo dijo...
25 de febrero de 2009, 1:24  

Joder... a tres escalones de caer al foso, poco faltó. El fútbol de antes tenía estas cosas, aficiones mucho más calientes, canticos que no rozan sino que superan la violencia dialéctica, estadios con unas trabas que los hacían peligrosísimos... pero tenía ese punto de pasión que se echa de menos hoy en día.

Por otro lado, es vergonzoso la cantidad de atracos que hemos sufrido por lo árbitros a lo largo de todas las campañas. Mi padre todavía odia al Valladolid por este encuentro. Siempre lo dice. Incluso me atrevería a decir que es los equipos que más detesta. Yo le recuerdo los Mallorca-Celta de finales de los 90, y dice que no es nada. que el Valladolid es el mal, jeje.

PD Te ha puesto Tomeu Maura, en la lista de enlaces de su blog (Futbol desde Mallorca), así que a ver si se acercan más mallorquinistas a tu blog a recordar sucesos de la historia bermellona.

shevek dijo...
24 de abril de 2009, 15:06  

Es que si recuerdas aquella época, se podía cambiar de grada. Así que mucha gente se ponía en el fondo en el que atacaba el Mallorca y después iba al contrario en la segunda parte, yo creo que ése fue el problema.

Aquel día yo me quedé en el Gol Norte todo el partido porque el Gol Sur estaba abarrotado.

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NO PUEDO ASEGURAR UN RITMO CONSTANTE DE ESCRITURA, HAGO LO QUE PUEDO CUANDO PUEDO. PACIENCIA. SALUD.


Hay cosas que intento olvidar pero no puedo. Mi memoria me persigue. Soy seguidor del Real Club Deportivo Mallorca desde el año 1980. Soy tan idiota que soy capaz de recordar goles, alineaciones, partidos y anécdotas varias de todos estos años. Mi novia dice que si hicieran un concurso sobre la historia y anécdotas del Mallorca lo ganaría sin ninguna duda. Pero yo creo que hay gente que sabe mucho más que yo. Y, además, soy tan tonto que mi única pena es no haber visto jugar a mi equipo en la mítica campaña de Tercera División. Yo me incorporé en Segunda B, aunque de niño recuerdo haber visto mi primer partido en el Lluís Sitjar el 26 de mayo de 1974, un famoso (¿solo para mí?) Mallorca - 1 Burgos - 0 de la última jornada de esa temporada en el que nos jugábamos salvarnos de la promoción de descenso a Tercera Divisón. Aunque tengo buena memoria, para algunas fechas y datos tengo que tirar de hemeroteca. Espero que disfrutéis conmigo de este viaje por mi historia ...

¿Un partido memorable?

Nick Hornby, en su libro "Fiebre en las gradas", radiografió perfectamente los 7 ingredientes que un partido de fútbol puede tener para que pase a tener la consideración de memorable y pase a engrosar la lista de partidos que se recuerdan para siempre. Puede aparecer un solo ingrediente o varios juntos.
1. Goles. Tantos como sea posible que uno recuerda mejor un 7-1 que un 1-0.
2. Lamentables errores arbitrales. Y mejor que mi equipo sea la víctima de los mismos, le da más dramatismo.
3. Un público bullicioso. Por ejemplo, el calor de la grada al remontar un 0-2 es algo incomensurable.
4. Condiciones meteorológicas adversas. El barro, la lluvia, el frío extremo hacen los partidos más heróicos.
5. Que el rival falle un penalti. Y si es decisivo, mejor.
6. Que un jugador contrario sea expulsado. Siempre que no sea demasiado pronto, porque esas deslucen el partido.
7. Algún tipo de incidente desgraciado. Y aquí entramos en un resbaladizo terreno moral.

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