El canto del Loco

Escrito el lunes, 15 de noviembre de 2010 · 3 comentarios

Mi batallita de hoy la recordé ayer, durante el partido del Mallorca. Aunque no sé si más bien debería publicarse en un blog llamado soydeldepor. El cero a cero del partido frente al Deportivo de la Coruña me trajo a la memoría una fría noche de enero de 1998, en concreto la del 18 de enero, fecha en la que también nos visitó el Deportivo en partido de la vigésimoprimera jornada del Campeonato Nacional de Liga de Primera División dejándonos un partido tan aburrido como el de ayer. Salvo por un aspecto que se convertirá en la anécdota de mi entrada.

Esa tarde, a las 19'30 horas, ante 13.153 espectadores oficiales (los mismos que van ahora al Iberostar Estadi, ¡qué raro!) y con las cámaras de Canal + en directo, el Mallorca y el Dépor ofrecieron un espectáculo lamentable. Cúper dispuso en el campo de entrada a Roa, Olaizola, Marcelino, Iván Campo, Romero, Mena, Engonga, Valerón, Stankovic, Amato y Gálvez. Ya en la segunda parte Monchu sustituyó a Gálvez, pero el partido nunca se alejó del cero a cero inicial. Tan solo una falta de Iván Campo a Sebastián Abreu al borde del área suscitaba polémica al final del encuentro, ya que aunque Iván Campo reconocía el penalty, las imágenes le dejaban en mal lugar pues la falta parecía fuera del área.

En el minuto 85 Juan Carlos Corral, entrenador deportivista, hizo su segundo cambio ya con el único objetivo de perder tiempo, entrando Ramis por Donato. Entre bostezo y bostezo se llegó al minuto 87. En ese preciso momento el uruguayo Sebastián Abreu, apodado "el loco", que hasta ese momento era conocido por su famoso error en el partido que enfrentaba a San Lorenzo de Almagro y River Plate, tan bien narrado por Marcelo Araújo, cayó al suelo desplomado como si lo hubiera matado un francotirador desde el gol sur de Sitjar. Lesión muscular. Debería salir la camilla. El médico y el fisioterapeuta más que agua bendita parecieron llevarle crema bronceadora, pues Abreu, tras un par de minutos de atenciones médicas, salió del campo en la camilla como si estuviera tomando el sol y lanzando besos a una indignadísima grada del Lluís Sitjar.

Héctor Raúl Cúper, como casi siempre, fue el más claro al valorar la actitud y la actuación del charrúa en el Lluís Sitjar de ese día: "Abreu debería tener agradecimiento al país que lo ha acogido y demostrar una buena actitud; hizo cosas que están fuera de lugar". Amén.

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Hasta de recogepelotas

Escrito el martes, 9 de noviembre de 2010 · 1 comentarios

He aquí otra batallita de mi adolescencia, de esas que con el paso del tiempo uno recuerda con una sonrisa en la boca. Debemos trasladarnos al mes de septiembre de 1985, cuando el fútbol era tan diferente al fútbol moderno. Cuando tanto Guardiola como yo ejercíamos de recogepelotas. Falso. Yo solo ejercí de recogepelotas en el Lluís Sitjar una vez en mi vida y no era una joven promesa de la cantera mallorquinista, ni siquiera un anónimo jugador de la cantera mallorquinista. Simplemente un joven que pasaba por alli esa noche. Siempre me ha gustado llegar con tiempo al partido y ese 18 de septiembre de 1985 estaba programado para las 20'30 horas el partido de la primera eliminatoria de la Copa del Rey que nos debía enfrentar a la S.D. Portmany. Por aquél entonces yo andaba (dando tumbos) estudiando el bachillerato nocturno y empezaba las clases a las 18'30 horas, así que desde tan temprano estaba yo ya en los alrededores del Lluís Sitjar ya que había decidido saltarme las clases por ese día (¡vaya novedad!).

Recuerdo estar en la puerta de acceso al campo, la famosa puerta 0 por la que entraban jugadores, prensa y vips, cuando una persona se me acercó y me preguntó que si quería hacer de recogepelotas esa noche. Al principio no supe qué decir, de hecho creo que no contesté, pero mi callada fue tomada por un sí, así que me hizo pasar dentro del estadio y juntarme con seis o siete muchachos más que estaban ya allí. Una hora antes del partido nos dirigimos al vestuario que había en el gol sur y allí nos proporcionaron una chaqueta de chándal vieja para vestirnos de recogepelotas. No recuerdo que nos dieran instrucciones concretas sobre cómo o cuándo perder tiempo, pero siendo un partido contra un equipo de Tecera División supongo que no era necesaria tanta parafernalia.

El Mallorca de Benito Joanet salió esa noche, ante poco más de mil personas en las gradas, con Pascual, Izquierdo, Mantilla, García Jiménez, Amer, Tomás, Crespí, Bonet, Higuera, Lipponen y Hassan. Orejuela en el 46 sustituyó a Higuera y en el 74 Tolo Ferrer a Bonet. La primera parte finalizó con un pírrico 2-0 a favor del Mallorca merced a dos goles de Higuera; la segunda parte fue un vendaval mallorquinista y, gracias a los dos goles de Orejuela, los dos de Lipponen y el de Hassan el partido finalizó 7-0. El partido de vuelta era ya intrascendente. Desgraciadamente, aunque mi labor había sido encomiable, con alguna visita incluída al foso a recoger algún balón perdido (y llegados a este punto quiero recordar que por aquéllos tiempos no había más que un balón con el que se jugaba todo el partido, salvo que saliera fuera del estadio), no pude quedarme hasta el final del partido. Mediada la segunda parte, sin encomendarme ni a Dios ni al diablo, me quité mi chaqueta de chándal, la dejé sobre un anuncio publicitario y salí sin hacer ruido por la calle Doctor Gómez Ulla, para sorpresa de mi compañero de banda que me gritaba que a dónde iba.

A las 22 horas me pasaban a recoger a la salida del instituto y tenía que salir de dentro, para dar el pego. Ese era el motivo de mi huída.

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Sobre esto

NO PUEDO ASEGURAR UN RITMO CONSTANTE DE ESCRITURA, HAGO LO QUE PUEDO CUANDO PUEDO. PACIENCIA. SALUD.


Hay cosas que intento olvidar pero no puedo. Mi memoria me persigue. Soy seguidor del Real Club Deportivo Mallorca desde el año 1980. Soy tan idiota que soy capaz de recordar goles, alineaciones, partidos y anécdotas varias de todos estos años. Mi novia dice que si hicieran un concurso sobre la historia y anécdotas del Mallorca lo ganaría sin ninguna duda. Pero yo creo que hay gente que sabe mucho más que yo. Y, además, soy tan tonto que mi única pena es no haber visto jugar a mi equipo en la mítica campaña de Tercera División. Yo me incorporé en Segunda B, aunque de niño recuerdo haber visto mi primer partido en el Lluís Sitjar el 26 de mayo de 1974, un famoso (¿solo para mí?) Mallorca - 1 Burgos - 0 de la última jornada de esa temporada en el que nos jugábamos salvarnos de la promoción de descenso a Tercera Divisón. Aunque tengo buena memoria, para algunas fechas y datos tengo que tirar de hemeroteca. Espero que disfrutéis conmigo de este viaje por mi historia ...

¿Un partido memorable?

Nick Hornby, en su libro "Fiebre en las gradas", radiografió perfectamente los 7 ingredientes que un partido de fútbol puede tener para que pase a tener la consideración de memorable y pase a engrosar la lista de partidos que se recuerdan para siempre. Puede aparecer un solo ingrediente o varios juntos.
1. Goles. Tantos como sea posible que uno recuerda mejor un 7-1 que un 1-0.
2. Lamentables errores arbitrales. Y mejor que mi equipo sea la víctima de los mismos, le da más dramatismo.
3. Un público bullicioso. Por ejemplo, el calor de la grada al remontar un 0-2 es algo incomensurable.
4. Condiciones meteorológicas adversas. El barro, la lluvia, el frío extremo hacen los partidos más heróicos.
5. Que el rival falle un penalti. Y si es decisivo, mejor.
6. Que un jugador contrario sea expulsado. Siempre que no sea demasiado pronto, porque esas deslucen el partido.
7. Algún tipo de incidente desgraciado. Y aquí entramos en un resbaladizo terreno moral.

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