Jorge Muñoz Luna

Escrito el jueves, 9 de septiembre de 2010 ·

Dicho así, a nadie le sonará el nombre. Digamos ahora su apodo futbolístico: "pindinga". ¿Tampoco? En realidad es lo normal. ¿Quién podría acordarse de este jugador chileno que estuvo en el Mallorca entre diciembre de 1985 y marzo de 1986? Muy pocos. Incluso a mí me resulta difícil hablar de él. Delantero crecido en el San Luis de Quillota junto a otros ilustres jugadores chilenos como Pato Yáñez o Víctor Cabrera, al llegar al Mallorca medía 1'68 metros, pesaba 69 kilos y tenía 22 años. O sea, el prototipo de uno de esos delanteros pequeñitos y escurridizos, verdaderos incordios para las defensas rivales. Ante la pregunta típica a su llegada para que se comparara con el Pato Yáñez, Pindinga dijo que el Pato era más fuerte que él, pero que eran del mismo corte de jugador. El chileno era jugador del Guachipato y su cesión le costó al Mallorca 3'5 millones... de pesetas. En principio su fichaje era hasta final de temporada como recambio del finlandés Mikka Lipponen, que no se había acostumbrado a la vida en Mallorca e iba a cobrar 200.000 pesetas al mes.

Al llegar a Mallorca, justo antes de las navidades de 1985, declaró que venía en forma tras haber disputado la temporada en Chile, e incluso insinuaba estar "un poco saturado de partidos porque tuve que ir a una gira por Indonesia hace algunos meses y, además, disputé los partidos de clasificación para el Mundial". Eso sí, el dinero no era lo más importante para él ya que "por ahora no me interesa nada la plata, solo pienso en triunfar aquí. Si esto fuera así, quizás después podría ser traspasado a un club de superior categoría". Es decir que lo de equipo trampolín no es algo nuevo para el Mallorca.

Debutó el 29 de diciembre de 1985 en el campo del Albacete sustituyendo a Ízquierdo en el descanso cuando el Mallorca ya perdía 1-0. Según las crónicas se mostró rápido y driblador e incluso tuvo una ocasión para lograr el empate. Al final el Mallorca perdió 2-0 con un gol de Cazaurang en el descuento. El siguiente partido, que cerraba la primera vuelta contra el Logroñés fue titular y tuvo una actuación irregular, entrando muy poco en juego. Aún así jugó los 90 minutos. También consiguió la titularidad contra el Bilbao Ath., Sabadell, Recreativo de Huelva y Castilla. Fue frente al filial madridista, el 23 de febrero de 1986, cuando disputó su último partido con la camiseta roja del Mallorca. Un partido horroroso por su parte. En total disputó 8 partidos de liga, estando 632 minutos sobre el terreno de juego sin ver la portería contraria.

Su única actuación potable, más por las circunstancias que por su juego en sí, fue en un partido épico de Copa del Rey frente al Sevilla correspondiente a la cuarta eliminatoria disputado el 8 de enero de 1986. Era el partido de vuelta en el Lluís Sitjar y en Nervión el Mallorca había caído 1-0. En el minuto 57 Orejuela igualó la eliminatoria y, a continuación empezó el show del colegiado Enríquez Negreíra que expulsó a los mallorquinistas Hassan en el 64 y Mantilla en el 98. Recuerdo perfectamente que Jorge Pindinga Muñoz tuvo que hacer ese día el trabajo de los dos delanteros y de un centrocampista y que no paró de correr sobre todo después de las expulsiones. Incluso recuerdo alguna jugada suya que pudo habernos dado el pase a la siguiente ronda. Al final Paco Buyo, en los penaltis, clasificó al Sevilla. El autobús del Sevilla fue apedreado a la salida (¡a mí no me mireis!) y Enríquez Negreira también tuvo problemas para abandonar el Lluís Sitjar. Recinto que fue apercibido de cierre por el Comité de Competición.

Pero volviendo a nuestro amigo chileno, decir que a finales del mes de marzo de 1986, al finalizarle el visado de turista que traía y no poder legalizar su situación laboral en España, y visto también su escaso rendimiento en el conjunto bermellón, rescindió su contrato de cesión con el Mallorca y fue devuelto con un lacito a su país. Si alguien esperaba encontrar la trayectoria anterior y posterior del chileno, se equivocó de sitio. Tan solo añadir que un hijo suyo, Jorge Muñoz, siguió el ejemplo de papá y es jugador profesional en Chile. Eso sí, juega de defensa central, no sea que las comparaciones sean odiosas. A su favor, por supuesto.

6 comentarios:

Gontxo dijo...
9 de septiembre de 2010, 23:40  

Joe eres un fuera de serie. Escribi yo en RCDM sobre este jugador el dia del España-Chile del Mundual y me encontro muchisimo encontrar informacion (y fotografia directamente cero). Me descubro y te felicito, si señor.

Anónimo dijo...
10 de septiembre de 2010, 0:25  

Bueno, no ha sido fácil. De hecho de lo que más información he encontrado es de su corto paso por el Mallorca. Ni idea de su trayectoria anterior o posterior. Me faltó buscar sus datos con la selección chilena, que se me fue de la cabeza antes de publicar el post.

Y la fotografía, ya ves... calidad cero. En algún libro he visto su foto en color en una alineación del Mallorca de esa temporada, pero no tengo escáner.

Gontxo dijo...
10 de septiembre de 2010, 8:14  

Yo no encontre muchos datos. Su presentacion y poco mas. Y lo de que jugo 8 partidos pero ninguno de los 10 ultimos del campeonato (nada de que se hubiera vuelto a su pais). Y tampoco encontre datos de internacionalidades... De su hijo si, que esperemos tenga mejor y mas brillante carrera, jeje.

Anónimo dijo...
10 de septiembre de 2010, 8:39  

Bueno, pues al final no he logrado averiguar cuantas internacionalidades A por Chile coleccionó, pero sí he visto que, fueran las que fueran, tan solo marcó 1 gol con la selección chilena.

Fue el 17 de noviembre de 1985 en la eliminatoria de repesca para el Mundial Mexico 1986 contra Paraguay. Era el partido de vuelta y Chile traía una desventaja de 3-0. Ese partido acabó 2-2 y Pindinga Muñoz anotó el definitivo 2-2 en el minuto 15 de la segunda parte. No sé, igual lo ficharon por ese gol y ese partido. Chile no se clasificó para el Mundial.

Anónimo dijo...
23 de junio de 2016, 19:53  

Soy chileno vi esto de casualidad.....ahí les va una foto de este gran jugador " pero por lo visto solo acá en chile"......gracias por la nota amigo....

&ie=UTF-8#imgrc=Y9rRHIsctmmOsM

Unknown dijo...
27 de noviembre de 2016, 18:16  

Jugó en universidad catolica y cobreloa excelentes temporadas...era muy rapido y tenia un enganche del demonio...hacia goles y desbordaba...era muu bueno aca en el futbol chileno al menos (futnol basico y de barrio)

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Hay cosas que intento olvidar pero no puedo. Mi memoria me persigue. Soy seguidor del Real Club Deportivo Mallorca desde el año 1980. Soy tan idiota que soy capaz de recordar goles, alineaciones, partidos y anécdotas varias de todos estos años. Mi novia dice que si hicieran un concurso sobre la historia y anécdotas del Mallorca lo ganaría sin ninguna duda. Pero yo creo que hay gente que sabe mucho más que yo. Y, además, soy tan tonto que mi única pena es no haber visto jugar a mi equipo en la mítica campaña de Tercera División. Yo me incorporé en Segunda B, aunque de niño recuerdo haber visto mi primer partido en el Lluís Sitjar el 26 de mayo de 1974, un famoso (¿solo para mí?) Mallorca - 1 Burgos - 0 de la última jornada de esa temporada en el que nos jugábamos salvarnos de la promoción de descenso a Tercera Divisón. Aunque tengo buena memoria, para algunas fechas y datos tengo que tirar de hemeroteca. Espero que disfrutéis conmigo de este viaje por mi historia ...

¿Un partido memorable?

Nick Hornby, en su libro "Fiebre en las gradas", radiografió perfectamente los 7 ingredientes que un partido de fútbol puede tener para que pase a tener la consideración de memorable y pase a engrosar la lista de partidos que se recuerdan para siempre. Puede aparecer un solo ingrediente o varios juntos.
1. Goles. Tantos como sea posible que uno recuerda mejor un 7-1 que un 1-0.
2. Lamentables errores arbitrales. Y mejor que mi equipo sea la víctima de los mismos, le da más dramatismo.
3. Un público bullicioso. Por ejemplo, el calor de la grada al remontar un 0-2 es algo incomensurable.
4. Condiciones meteorológicas adversas. El barro, la lluvia, el frío extremo hacen los partidos más heróicos.
5. Que el rival falle un penalti. Y si es decisivo, mejor.
6. Que un jugador contrario sea expulsado. Siempre que no sea demasiado pronto, porque esas deslucen el partido.
7. Algún tipo de incidente desgraciado. Y aquí entramos en un resbaladizo terreno moral.

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