El verano de 1980 el Mallorca estaba preparando su participación en Segunda División B tras el histórico ascenso obtenido la temporada anterior. Sin embargo Antonio Oviedo, el entrenador, estaba atado de pies y manos al no poder el Mallorca fichar a jugadores profesionales debido a un veto Federativo por las deudas acumuladas. El Mallorca había sido invitado a disputar el Trofeo Ciudad de Zamora, que llegaba ya a su cuarta edición, y que en temporadas anteriores habían vencido el Zalaegerszegi TE de Hungría, el FK Radnicki de Yugoslavia y el Vasas SC de Hungría. El Torneo era un cuadrangular en el que participaban también el Zamora CF, la UD Salamanca y la Selección de Bulgaria.
El 20 de agosto, en la primera semifinal, el Mallorca eliminó al Zamora en la tanda de penaltis tras haber acabado el partido con el 0-0 inicial. Al día siguiente, en la segunda semifinal, la Selección de Bulgaria se impuso en los penaltis a la UD Salamanca después de un empate a uno al final del tiempo reglamentario. El día 22 estaban previstos los partidos para el tercer y cuarto puesto y la final. En el partido de consolación el Zamora derrotó por 1-0 a la UD Salamanca.
El estadio Ramiro Ledesma de Zamora no presentaba una gran entrada para ver la final de ese torneo. El Mallorca de Antonio Oviedo jugaba de inicio con Reus, Sahuquillo, Chea, Calero, Iriarte, Bonet, Mir, Riado, Orellana, Gallardo y Lizoain. Bauzà entró por Riado y Nadal por Lizoain. La Selección de Bulgaría alineaba a Gugalov, Ivanov, Deimengiv, Eutimov, Iviev, Kostov, Alexandrov, Aliev, Gealiazkov, Velitchkov y Tzvetkov. Minchev sustituyó a Velitchkov (no, tranquilos, yo tampoco conozco a ninguno). Dirigía el encuentro el árbitro asturiano Acebal Pezón, que tuvo una actuación regular según las crónicas y expulsó al búlgaro Kostov por doble amonestación en el minuto 81. El Mallorca ganó el partido (y el Trofeo) merced a un gol conseguido por Mir en el minuto 39, cuando, aprovechó un pase en profundidad de Gallardo para batir al portero búlgaro con un tiro raso y cruzado.
Esa victoria a pocas fechas del inicio de la competición fue un autentico revulsivo para la afición mallorquinista y provocó que más de 8.000 personas se hicieran nuevos socios del Mallorca. Además, el Presidente Miquel Contestí consiguió el permiso federativo para fichar profesionales tras firmar un compromiso con la Federación para amortizar la deuda de trece millones de pesetas que había y el primero que llegó fue Roberto Pedro Orellana, delantero oriundo argentino que procedía del Elche, que en ese Torneo hacía sus primeros pinitos con la camiseta roja del Mallorca.
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