La temporada 1987/1988 el Mallorca había conformado una plantilla de lujo, diseñada para disputar los puestos que daban acceso a las competiciones europeas según vaticinaban todos los analistas deportivos del país. Tras el temporadón realizado el curso anterior la plantilla fue, incluso, mejorada. Todo esto a priori, claro. La realidad indica que el Mallorca se metió en una espiral de resultados adversos y problemas de vestuario que acabaron con la fatídica promoción de descenso contra el Real Oviedo, promoción obtenida gracias a que en el último partido de liga conseguimos un empate a uno en el Luis Casanova de Valencia (esa, también es otra historia), que si hubiéramos perdido, ni ese consuelo nos habría quedado.
El partido de ida había sido de una tensión tremenda y una gran encerrona en el Carlos Tartiere. El colegiado catalán Enríquez Negreira fue el triste protagonista del encuentro. En el minuto 78 no señaló falta sobre Ezaki Badou en el primer gol local y, luego, cuando para el Mallorca había empatado en el minuto 89 de penalti García Cortés, añadió 7 minutos de descuento, prácticamente hasta que el Oviedo consiguió el segundo tanto tras otra falta escandalosa a Ezaki Badou en una fácil salida aérea por un balón colgado.
Así pues, vistos los antecedentes del partido de ida, el partido en el Lluís Sitjar del sábado 4 de junio de 1988 se presentaba calentito y así fue. El campo estaba prácticamente lleno a pesar de que el partido era televisado por la segunda cadena de Televisión Española. Las peñas del Mallorca se habían movilizado y estuvieron desde un par de horas antes esperando la llegada de los autobuses de ambos equipos al campo y animando sin parar antes y durante el partido. También hubo algún que otro lanzamiento de objetos, objetos que incluso llegaron a impactar en el jugador del Oviedo Luis Manuel, haciendo detener el partido algunos minutos. El Mallorca de Lucien Muller formaba en ese dramático partido con Ezaki Badou, Chano, Paco Bonet, Julio Llorente, García Cortés, Miguel Ángel Nadal, Luis García, Orejuela, Higuera, Magdaleno y Álvaro. También jugó Trobiani.
El partido fue un continuo querer y no poder por parte mallorquinista. Al árbitro Victoriano Sánchez Arminio, del colegio cántabro, se le reclamó una pena máxima por derribo a Higuera en el minuto 23. A medida que el cronómetro avanzaba más crecía la desesperación local, que veía que el gol que les daría la salvación no llegaba. Ni siquiera hubo oportunidades claras por parte mallorquinista, más bien al contrario, en los últimos minutos con un Mallorca volcado sobre el área visitante (con centros que sus tres centrales Tocornal -éste medía casi 2 metros-, Sañudo y Gorriarán controlaban sin problemas) fue el equipo del Principado quien estuvo a punto de marcar.
Al final del partido Julio Llorente lo expresaba todo con mucha claridad "estamos en Segunda y es una mierda. Estos partidos son jodidos, hemos hecho lo que hemos podido pero nada ...". El equipo visitante salió entre aplausos del Lluís Sitjar, pero más que como premio hacia ellos, como castigo a nuestros jugadores, porque la sensación que quedaba de esa temporada era la de haber hecho el ridículo más espantoso. Justo cuando teníamos la mejor plantilla de la historia se verificó el descenso más doloroso y humillante del Mallorca. Yo, por mi parte, recuerdo haberme tirado más de media hora en la grada llorando una vez finalizado el partido, con los sentimientos de rabia e impotencia a flor de piel.
Pero como no hay mal que cien años dure, la temporada siguiente, con el equipo totalmente remozado pues Luis García y Orejuela se fueron al Atlético de Madrid, Chano y Hassan Fadil al Málaga, Izquierdo al Sabadell, Higuera al Zaragoza, etc. volvimos a conseguir el ascenso a Primera en otra dramática promoción, esta vez contra el RCD Español. Además, las rivalidades Oviedo-Mallorca siguieron con fuerza al menos dos veces más: en 1991 los seguidores del Oviedo celebraron que el Atlético de Madrid nos ganará la final de la Copa del Rey porque de ese modo ellos, sextos clasificados, se clasificaron por primera (y única) vez para competiciones europeas; en 2001 los bajamos a Segunda División al derrotarles en la última jornada por 4-2. Pero estas son otras historias.
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