La semana del 5 al 12 de abril de 1982 fue bastante movidita en el fútbol español. La AFE, presidida por Quino, había convocado una huelga de futbolistas para ese fin de semana. En el comité de huelga había jugadores tan conocidos como Del Bosque, Leal o Aguilar. Conforme se iba acercando el fin de semana, empezaron las dudas entre los jugadores. Los primeros en echarse atrás fueron los de la U.D. Las Palmas. El sábado por la mañana, la decisión inamovible de los jugadores del Real Madrid, Athletic Club y Atlético de Madrid hacían preveer que la jornada de huelga sería un éxito. Sin embargo, poco a poco, los jugadores implicados de algunos equipos como el F.C. Barcelona o el Valencia, se fueron echando atrás y decidieron jugar. De pronto, el anuncio de los jugadores del vigente campeón de liga, la Real Sociedad, de que sí iban a jugar, rompió la baraja. Los jugadores, acuciados por la clasificación liguera de sus equipos y ante la disyuntiva de perder dos puntos que podrían ser vitales para el desenlace final de la temporada, se fueron echando atrás en su ímpetu huelguista durante la jornada del sábado.
Así pues, el domingo 12 de abril de 1982 se vivió una jornada caótica. Los equipos que se habían desplazado el sábado por jugar fuera de su terreno de juego, lo habían hecho casi todos con amateurs y juveniles. Los que jugaban en casa tuvieron más suerte, aunque algunos clubes no incluyeron en sus listas de convocados a los últimos "arrepentidos". En Segunda División, categoría en la que militaba el Mallorca, el caos fue total. Los jugadores de esa categoría andaban, si cabe, más implicados todavía con la huelga ya que los últimos impagos se habían producido en esa categoría (Getafe, Levante). En algunos equipos como el Algeciras ni siquiera los juveniles querían jugar. En el Mallorca, el viernes al medio día siete jugadores habían dado ya su visto bueno a jugar. Tirapu y Kustudic habían tenido más que palabras en relación a la huelga ya que mientras el delantero quería jugar, el portero era partidario del plante. Ya en la mañana del sábado, durante el útlimo entreno semanal, en el que habían sido citados los jugadores juveniles también, toda la plantilla se puso a disposición de Lucien Müller. El Oviedo, que era el rival de ese día, había viajado a Palma con jugadores del Tercera División y con juveniles.
Así pues, ese día, el Mallorca de Lucien Müller, que contaba con las bajas por sanción de Barrera y Amer, alineó a Tirapu, Sahuquillo, Juanito, Gallardo, Ruisánchez, Delgado, Morey, Toño, Kustudic, Riado y Orellana. No hizo cambios el entrenador durante el partido. El Oviedo, solo a modo de curiosidad, jugó con Balán, Paulino, Pulgar, Del Riego, Agustín, Arias, Velazquez, Quique, Pradera, Chesco y Mata. Rogelio reemplazó a Chesco e Iñaki a Paulino. Antes del partido se guardó un minuto de silencio por la muerte del ex-jugador mallorquinista Errandonea. Arbitró el colegiado valenciano Nicolau Martínez, sin problemas y sin tarjetas. Se adelantó el Oviedo en el minuto 5 mediante un gol de Quique en vaselina sobre Tirapu (que era especialista en recibir goles de este tipo, casi como Leo Franco), falló un penalti Kustudic en el último minuto de la primera parte, pero en la segunda parte el Mallorca demostró la categoría superior de sus jugadores anotando cuatro goles por mediación de Kustudic, Toño, Morey y Orellana, ante una defensa ovetense que acabó dando todas las facilidades del mundo.
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