La tarde del día que cumplía 31 años, el 12 de diciembre de 1998, sábado para más señas, la pasé en el gol sur del viejo y añorado Lluís Sitjar. Allí se disputaba el partido que enfrentaba al Mallorca B contra el Recreativo de Huelva de la jornada 16 del campeonato de Segunda División. En el campo apenas si nos habíamos congregado unos 1.500 espectadores.
El partido estaba resultando un bodrio de mucho cuidado y el Mallorca B, que había empezado la competición como un tiro, estaba flojeando bastante y no ganaba en casa desde el mes de septiembre. El Recreativo tampoco aportaba mucho al espectáculo, ya que se dedicaba a defenderse de las torpes acometidas de los locales y poco más, dando por bueno el empate.
Cuando parecía que el empate a cero inicial sería el resultado final del partido, el jovencito Albert Luque Martos, uno que de goles siempre ha entendido bastante, a falta de diez minutos para finalizar la contienda, cogió un balón en medio campo, muy cerca de la banda, junto al cuarto árbitro y, viendo adelantado al portero onubense César, mandó un obús con su pierna izquierda que se coló en la portería visitante sorprendiendo al guardameta. Digamos que desde unos 50 metros.
Después de ese gol el partido despertó y el Recreativo consiguió empatar dos minutos después (con un gol en propia puerta de un defensa nuestro, Mauro Javier Potenzoni). En el minuto 90 nuevamente Luque consiguió el definitivo 2-1.