A veces el destino te pone en el lugar menos adecuado en el momento menos preciso. Es cuestión de mala suerte, no hay que buscar más excusas. Algo así le sucedió a Eduardo Abadal Almendros, portero (porque yo creo que portero se nace) nacido en Barcelona el 21 de agosto de 1967. Abadal comenzó a ponerse bajo palos, casi siempre imaginarios, en las playas de Rocafort del Vallés donde veraneaba su familia. A los ocho años entró, por mediación del Torneo Social, en la factoría del F.C. Barcelona, donde, por lo menos, le enseñaron a ser buena persona y muy compañero de sus compañeros. Claro que por aquél entonces no sabían que ese chavalín que apuntaba buenas maneras bajo palos no iba a conseguir superar el 1'76 de altura. Así que es normal que los apuntes de historia se refieran a él como un portero regular en el juego aéreo, pero ágil y con muy buenos reflejos, aunque no fuera precisamente eso lo que demostrara en Palma en un partido contra el C.D. Tenerife que nos costó no lograr el ascenso directo en la temporada 88/89.
Pero vayamos por partes, como siempre. Abadal, como se ha dicho, entró en la disciplina barcelonista a los ocho años. Fue pasando por todos los equipos del fútbol base culé, tanto es así que, con el tiempo era un asiduo en el campo del Cide, San Cayetano, La Salle y Mallorca juvenil cuando estos equipos disputaban la Liga Nacional Juvenil aún sobre campos de tierra y mal acondicionados contra equipos catalanes, entre los cuales casi siempre destacaba el F.C. Barcelona. El fútbol de otro tiempo, vamos. Quiero suponer que los ojeadores del Mallorca le echaron el ojo en esos intensos partidos disputados bajo todas las condiciones climatológicas posibles. Abadal consiguió llegar al Barcelona Amateur la temporada 87/88, militando este equipo en Segunda B. En febrero de 1989, con Ezaki Badou y Molondro lesionados, el Mallorca debe fichar de prisa y corriendo un portero de garantías. La lista de nombres que se barajan es amplia: Iru, Cedrún, Covelo, Vitaller. Parecía que el Mallorca había llegado a un acuerdo con el zaragozista Vitaller, pero el contrato por cuatro meses que le ofrecieron no acabó de convencerle, así que el gerente Toni Vidal, en una gestión rápida y ¿eficaz?, propiciada en parte por las buenas relaciones entre Serra Ferrer y Cruyff, fue a Barcelona para traerse al portero titular del Barcelona Amateur, Eduardo Abadal, el mismo día que Fernando Marcos y Juan Carlos, del Mallorca At., estaban convocados para el partido de Copa del Rey contra el Recreativo de Huelva, el 22 de febrero. Un partido en el que Marcos II se salió, deteniendo un penalti decisivo a Maraver que clasificaba a los bermellones para la siguiente ronda. Y empezó el debate: ¿el felanitxer Marcos II o el catalán recién fichado Abadal? El 26 de febrero el Mallorca se enfrentaba al Salamanca y Serra Ferrer decidió enviar al campo de titular a... Marcos II. El Mallorca gana 2-1, pero Serra Ferrer, vaya usted a saber por qué oscuros motivos, coloca a Abadal bajo palos en el partido siguiente en Sabadell el 5 de marzo. Sobre su debut, afortunado por una vez, Serra Ferrer declaró que "el chico ha estado bastante bien porque en los momentos cruciales impuso su seguridad y su fortaleza". A la semana siguiente, empiezan las cantadas, estando muy poco afortunado (para ser benévolo) en la derrota 2-3 frente a la U.D. Las Palmas. La vuelta de Ezaki Badou lo relega al banquillo, hasta que el 14 de mayo, de nuevo por lesión del marroquí, se pone bajo palos, perdiendo el Mallorca 1-0 en Jerez. El 21 de mayo también es titular en la victoria 2-0 frente al Rácing de Santander. El 28 de mayo también es titular en la victoria 0-1 en el Mini Estadi (un partido al que asistí en persona, cuatro días después de la final de la Copa de Europa entre el Milan y el Steaua). Desde luego Abadal no es el ídolo de la afición como Ezaki Badou pero, más o menos, está sacando los partidos adelante. Hasta que llega el fatídico 4 de junio y el partido contra el C.D. Tenerife en el Lluís Sitjar en el que nos jugábamos medio ascenso directo. Empezó marcando García Cortés de penalti, empató el Tenerife con un gol de tiro libre directo (primeros murmullos en la grada contra Abadal, aunque el disparo iba bien colocado) y, en el minuto 75, la hecatombe, cuando un disparo flojísimo del delantero tinerfeño Víctor se le escapa de las manos a Abadal y acaba entrando en la portería del fondo sur del Lluís Sitjar. A partir de ese error llegó la crucifixión del meta catalán por parte de la hinchada local. El portero visitante, el ex-mallorquinista Eduardo Belza, salió del campo ovacionado por los veinte mil espectadores que ese día casi habían llenado el Lluís Sitjar. Ezaki Badou lo miraba todo perplejo con su mano lesionada desde la tribuna. El domingo siguiente, en Castalia, Abadal despareció de la alineación titular del Mallorca para siempre. En total Abadal disputó 6 partidos con la camiseta rojilla, recibiendo 6 goles, que si bien no son números tan malos, sí lo son si tenemos en cuenta cómo se produjeron algunos de esos goles.
El 30 de junio de 1989, con un ascenso en su currículum, abandonó la disciplina del Mallorca para volver al F.C. Barcelona, quien lo aparcó en el Mollerussa, recién descendido de Segunda División, donde jugó dos temporadas de titular en Segunda B. En la temporada 91/92 fichó por la U.E. Sant Andreu, que había conseguido el ascenso a Segunda B. Allí jugó dos temporadas en las que los cuatribarrados se clasificaron por sorpresa para disputar la fase de ascenso a Segunda División. No tuvo suerte el Sant Andreu ni Abadal en ninguna de esas dos promociones, sobre todo en la primera, famosa por el partido contra el Lugo y el penalti escamoteado a Calderé que hubiera supuesto el histórico ascenso de los barceloneses, y no consiguió el ascenso. Así pues, en el verano de 1993, buscando nuevos retos, fichó por el Extremadura, que por entonces militaba también en Segunda B. En lo particular no le fueron muy bien las cosas por tierras pacenses ya que vivió a la sombra del ídolo local Amador. Sin embargo, en lo profesional, no puede tener queja alguna: en su primera temporada el Extremadura ascendió a Segunda A (ahora sí había conseguido superar una promoción de ascenso) y en la tercera consiguió el histórico ascenso a Primera, si bien esa temporada no llegó a disputar ningún partido con el equipo. En realidad en el Extremadura jugó tan solo 5 partidos en 3 temporadas, números de récord en negativo.
Llegado a ese punto decidió que lo mejor para el fútbol (y para él) era retirarse. Así que se casó en Extremadura y pasó a formar parte de la directiva del equipo de Almendralejo en los tiempos en que Juanito y Malpica llevaban las riendas del club.
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